Para evitar parásitos, algunas moscas de la fruta sacrifican el sueño.

Si crees que el "doomscrolling" te lleva a noches de insomnio, imagina despertar en la cama con un monstruo chupasangre del tamaño de un perro basset hound. Esa es la pesadilla que una especie de mosca de la fruta australiana debe enfrentar cada noche, mientras unos voraces ácaros la acechan y se adhieren a ella como una garrapata mientras la mosca duerme en los huertos frutales y las selvas tropicales de Queensland.